El "parque jurásico" del marketing.
Aunque a Ud. le resulte difícil entender,
todavía hay en nuestro país actividades (en realidad empresarios) que no
entienden la importancia del marketing.
Hace semanas atrás, quise regalarme un rato de esparcimiento y pensé que ver un
poco de buen cine me vendría bien.
Sin así desearlo, en dicha decisión se daba inicio a un viaje en el tiempo, una
aventura que bien puede denominarse el resabio del antimarketing.
Todo comenzó, luego de elegir la película de mi agrado, al intentar comprar la
entrada con anticipación.
Allí tuve mi primer encuentro con una realidad que entendía ya pertenecía al
mundo de Spielberg y su Jurassic Park. Allí al querer adquirir la
correspondiente entrada con dos días de anticipación (le comento que no es un
estreno) se me informa no de muy buen tono, que no se venden entradas con
anticipación.
Ilusamente creí que era una política empresaria, errada a mi criterio pero
política al fin; inmediatamente me dirigí a otro cine y allí me encontré con
igual respuesta. En una tercera sala recibí igual respuesta.
Luego de rumiar algún epíteto para descargar mi bronca por no poder satisfacer
mi necesidad de poseer el boleto y así estar tranquilo de pasar una buena
velada, me resigné a tener que comprar la entrada el día de la función.
Eh ahí una nueva sorpresa, en el transcurso de la mañana de dicho día me
presente a comprar mi entrada. Gran sorpresa fue la mía cuando el señor de la
boletería; apenas levantando la vista del matutino que leía y con una voz de
pocos (o nulos) amigos; me señala que las entradas se venden 1 hora antes de la
función.
Eso y decirme, sufra hasta ver si hay entradas es lo mismo. Ya el placer de esa
noche no sería igual.
El día de la función me presente en boletería y luego de hacer una pesada y
larga cola pude comprar mi entrada.
Nuevamente otra desilusión, la no-numeración de las mismas. En otras palabras
debería luchar o anticiparme para encontrar una buena ubicación.
Así fue que me encontré haciendo una más larga cola para poder entrar a ver la
película elegida.
Bueno entré y lamentablemente (para mí) sólo pude ubicarme en la segunda fila.
Excelente ubicación si se desea no perder detalle de la granulación de la
pantalla o si se quiere ejercitar los músculos del cuello (se debe mover
constantemente la cabeza lateralmente para poder leer) o bien poder experimentar
lo que debe sentir un “miope” al tener que leer el diario a escasos centímetros
de sus ojos.
Aparte de ello uno puede elegir entre ver una película muda (a ver solo
imágenes) o bien leer una novela (al leer el subtitulado) dado que por un
problema de perspectiva hacer las dos cosas al mismo tiempo resulta imposible.
Evaluando y ensayando las distintas posiciones que podría tomar para tratar de
ver el film de una manera cómoda pude observar como pasaron 10 minutos y todavía
no se había iniciado la proyección.
Luego de múltiples silbidos, abucheos y un poco de zapateo americano y del otro
exactamente a los 16 minutos del horario establecido se empezó a ver la película
esperada.
Al término de la misma, traté de relajar mis doloridos músculos pensando si los
propietarios de los cines alguna vez se sentaron en las primera filas; me
pregunté si a ningún arquitecto se le ocurrió omitir dichas filas dado que en
realidad no existe la posibilidad de ver la proyección.
También pensé si no cabría el derecho de exigir el reintegro del importe pagado
dado que el servicio que se debería haber recibido no ha sido entregado. O al
menos el 50% dado que o leía o veía imágenes.
Altamente gratificante la noche que pasé, sobre todo, para el kinesiólogo y
oculista que me asistieron en la mañana siguiente.
Esto que no es ficción y más que una anécdota es un drama, seguramente le ha
sucedido a más de una persona (por eso están las butacas de las primeras filas);
al menos, esto me permitió pensar en que no en todas las actividades la
competencia abrió paso a los principios del marketing.
Probablemente durante un buen tiempo no concurra a otra sala cinematográfica; no
obstante, me socava la duda del cuando se decidirán éstos empresarios a atender
a su verdadero jefe, el cliente.
Quizás al ver a tanta gente amontonada en sus puertas o en los asientos los hace
pensar que son ovejas.
Aún hoy recuerdo escuchar reclamos de los empresarios ante el cierre de sus
salas diciendo que el vídeo hogareño les había sacado público.
Seguramente ese público, al cual me adhiero, no pertenece al rebaño silencioso y
disciplinado al que están acostumbrados esos señores.
¿Cuándo empezarán a entender que el servicio al cliente es la fórmula de la
obtención de ganancias?
¿Cómo se puede concebir que no pueda adquirir las entradas con anticipación? ¿O
acaso piensan sacar del cartel a la película antes de lo programado a modo de
regalo sorpresa?
¿Cuán difícil es implementar un servicio telefónico donde el cliente pueda hacer
su reservación para luego pasarlas a retirar; al menos hasta una hora
determinada? ¿O la intención es desarrollar un juego como los que en televisión
llevan a cabo los estudiantes y así premiar a los que primero llegan a la meta?
¿Qué dificultad mayor le puede originar entregar las entradas a domicilio,
incluso con un mayor costo y dentro de un radio de acción?
¿Por qué no se puede asegurar la ubicación mediante la numeración de las
entradas? ¿O se supone que el personal del cine es sadomasoquista y le fascina
ver como la gente “aguanta” un largo tiempo de espera y luego se apretuja en una
alocada y poco civilizada búsqueda de asientos (y sí el concurrente es un grupo
de más de 3 personas ni les cuento)?.
¿Resulta imposible ser honestos e inhabilitar las primeras filas dado que no
sirven para el objetivo dispuesto o al menos reducir el precio de tales
ubicaciones a fin de ponerlas acordes al servicio que se brinda? ¿O acaso se
cobra el hecho de estar sentado, se consuma o no?
¿En un mundo donde el tiempo tiene un valor preponderante es imposible entender
la importancia de la puntualidad? ¿O acaso se intenta formar un grupo de
reflexión ciudadana y por ello se obliga e incita a la conversación entre los
concurrentes?
¿Es tan difícil pensar como cliente? ¿O los empresarios sólo lo hacen cuando
ellos son clientes?
¿Dónde queda eso de “satisfacer necesidades”?
¿Qué esperan estos empresarios, que la competencia –que ya es un hecho- brinde
reales servicios para atraer al cliente y así quejarse ante las autoridades para
una mayor protección para la actividad?
Hay conceptos y prácticas fáciles de recordar que contienen la escencia del
marketing y son factibles para la mayoría de los negocios.
- Piense como cliente antes que como proveedor.
- Tenga una verdadera actitud de servicio hacia su cliente. Si Ud. no la tiene
es imposible que su personal lo posea. Su ejemplo, en todo momento y ocasión,
trasmiten su filosofía y estilo a su gente.
- Analice su mercado y vea cual es la necesidad que está atendiendo.
- Estudie las necesidades genéricas y derivadas de su mercado en general y de
los grupos y particulares que lo componen, se sorprenderá al ver que hay
diversidad en ellas.
- Camine y hable con la gente que concurre a su local o consume su producto o
servicio.
- Camine y hable con la gente que NO concurre a su local o consume su producto o
servicio.
- Hable con sus amigos y familiares acerca de cómo se sienten como clientes.
- Realice encuestas entre su público; simples, cortas e ingeniosas. Siempre le
facilitarán la tarea de estar informado sobre ellos.
- Realice encuestas entre su personal; le permitirán conocer la otra cara de la
moneda.
- Implemente un “cliente anónimo”. Un hombre “suyo” que sin que su organización
lo sepa actúa como cliente y verifica el servicio que se presta.
- Implemente un sistema de comunicación, simple y eficaz, para que su público
pueda hablar directamente con alguien responsable de su organización. Una línea
0800 es una buena alternativa de ello.
- Anticípese a los pedidos de sus clientes, esté un paso delante de ellos en
cuanto al grado de satisfacción que ellos buscan.
- Sea honesto, NO cobre lo que no brinda.
- Establezca el precio justo (no necesariamente bajo, sólo el adecuado).
- Capacite a su personal para que agradezcan al cliente su concurrencia, después
de todo, de ellos viene el dinero de sus sueldos.
- Mantenga las instalaciones sanitarias o comunes en perfectas condiciones de
uso, a nadie le agrada hacer uso de ellas cuando dudan de su limpieza o
seguridad.
- Sea puntual con los horarios a los cuales se comprometió, el tiempo de otro
vale tanto o más que el suyo.
- Sea permeable a las quejas. Son ellas las que le permitirán perfeccionar su
organización y diferenciarse además de darle una ventaja si solo las escucha, a
la gente ya eso le es muy importante; máxime si su competencia es reacia a
recibirlas.
- De solución a los reclamos con la mayor celeridad posible, con la mejor
predisposición y el mejor talante y aprecio.
- Sepa admitir el error y pedir disculpas, a todos nos gusta sentir que nos
tienen en cuenta y cuando alguien admite una equivocación o un mal servicio
inmediatamente se le reconoce honestidad en su accionar.
- Respete al otro ... y será respetado.
Probablemente Ud. haya pasado algún mal momento cuando actuando como cliente se
ha visto avasallado por el mal servicio, en otras palabras, la falta de
consideración para quien le permite obtener ganancias.
Todavía existen bolsones, nichos, donde la competencia aún no ha logrado
desplazar a los malos empresarios. Aún es fácil ver situaciones donde se trata
al cliente peor que al ganado (en el campo se trata bien a las vacas dado que de
ello depende el precio a obtener).
Probablemente Ud. en su organización ya ha tomado en cuenta todos o muchos de
los puntos que señalo en los párrafos anteriores; no obstante, me permito
proponerle tomarse unos minutos de su día y revise el listado de conceptos que
antes le señalé a la luz de la realidad de su empresa y contexto.
Léalos, medite y vea si lo dicho concuerda con su perfil de oferta.
Si es así, sólo le queda armar las correspondientes estrategias competitivas; en
caso contrario, corra y revea su situación de forma urgente o su negocio dejará
de ser tal.
Piense que Ud. no puede darse el lujo que se dan los señores propietarios de la
mayoría de las salas cinematográficas de Buenos Aires.
Para su información, por lo pronto, yo ya me alquile una película para el fin de
semana... al cine volveré a ir cuando él me considere su prioridad máxima.
Fuente/Autor:
Dr. Daniel H. Casais